La revelación animal

lunes, 18 de enero de 2010
Bien sabemos los argentinos que disponerse a hacer un trámite de orden civil en nuestra ciudad es, sin lugar a dudas, una verdadera odisea selvática (que me perdone Odiseo, si es que alguna vez existió, procuro salvar las diferencias entre su viaje turístico por el Mediterráneo y mi infructuosa experiencia vehicular de pocos kilómetros). Pero más importante aún, hacer un trámite institucional, es también una especie de suicidio del "yo inteligente", una abolición, si bien momentánea, obligatoria, de la propia racionalidad, para quedar reducidos a una condición primitiva, animal y salvaje, completamente dominados por un ser superior que está detrás de un mostrador pintándose las uñas con total pasividad o bien calentando agua para el mate, capaz de cagarte, hegemónicamente y con total soberanía, la mañana, o el día o porqué no la semana. Para decirlo de un modo más claro: hacer un trámite institucional es verte obligado a sentirte un boludo bárbaro en el más ámplio, público y antiguo sentido de la palabra. Por sólo nombrar algunos ejemplos, que son de lo más variados y comunes a todos los ciudadanos: hacer cola desde las 6 de la mañana para tramitar el DNI, o pasaporte, o simplemente pedir una partida de nacimiento, bueno sin contar que es muy probable que en cuanto te den el número (eso si te lo dan, o si le hacés ojito al policía para que tenga piedad de vos y haga aparecer, como por arte de magia, un número 167 inexistente con olor a billete falso) leés en una pizarra llena de papelitos amarillos de lo viejo que están, rotos, escritos con errores de ortografía o rayados con leyendas amorosas, que tenías que llevar fotocopia de la 1º y 2º hoja del DNI, y te querés cortar hasta lo que no tenés porque andá a encontrar una fotocopiadora a las 8 de la mañana, y si la encontrás de seguro que ya hay cola con boludos como vos que se olvidaron de lo mismo o, si ese no fue tu día, se te rompe la fotocopiadora justo cuando te tocaba a vos. Eso, en el mejor de los casos, porque no vaya a ser que te pase de olvidarte que sos menor de edad y que para renovar el pasaporte tenés que ir con tus papis, y matate si están separados! los tenés que juntar, aaahh flor de bolonqui!! Bancate las caras de velorio toda la mañana!. O también, por ejemplo, renovar o hacer el carnet de conductor por cuarta vez en menos de un año porque te robaron la billetera, cuántas veces? Y...por lo menos unas cuatro veces ("hija, guardá tu carnet en el auto, no lo pongas en la billetera!, "no mamá, si salgo en el auto de mis amigos, hay altas probabilidades de que tenga que manejar yo", "ah pero que lindos amigos tenés vos, además no te olvides que prestar un auto es prestar un arma", viste que siempre tienen algo para retrucar). En ese caso, si te robaron el carnet de conducir, te cuento que tenés que hacer la denuncia antes en la comisaría de tu seccional, ahaaaa a buscarla se ha dicho!. Pero no es tan aburrido, porque te pasás toda la mañana escuchando historias de lo más entretenidas, te diría que es un vivo retrato de la ciudad en plena acción: que la señora de la esquina viene a las puteadas a denunciar al hermano porque hace dos meses que le roba la luz, "ese vago atorrante, mal nacido, no parece hijo de mi madre!", o la ama de casa cornuda que no quiere ver a su marido ni a dos cuadras, o el pobre al que le robó otro pobre, o la cogotuda que por supuesto sólo vino a hacer un trámite y no se saca las gafas desde que entra y anda ofuscada e incómoda como si fuera pez de otras aguas. A todo esto, una vez que lograste salir de la comisaría con la denuncia en la mano y la carpeta de papeles que te piden para hacer el trámite, llegás extenuada al CPC y te dicen, "Tenés que comprar el timbrado en el Banco de Córdoba querida, son dos pesitos nomás", "Aha y...dónde hay un banco cerca, señora?", "Y mirá el más cercano está acá nomás a diez cuadras". Rememoro el lema argento-taiwanés de las épocas de Carlitos, (pero cambio el contexto y sentido): "Todo por dos pesos". Hay de todo la verdad, en la viña de animales mal domados y mal civilizados que escupe la ciudad de Dios.


El tema es largo y puede tomar giros insospechados. Lo curioso de este caso es que, y hablando de animales mal civilizados, una mañana de estas solitarias mañanas de enero, tuve una revelación, de lo más estúpida, por supuesto. Me dispuse a renovar la Inspección Técnica Vehicular de mi aceitunita verde que, por cierto, recién le daba el alta su médico mecánico. Esa mañana me desperté con toda la confianza de los ganadores y con el mejor buen humor. Tanto así que, hasta incluso le dí su merecido chapusón, por primera vez una mojadita digna y bonificada en un lavadero de autos después de casi cinco meses de acumulación de barros, defecaciones de palomas y gérmenes varios. Esta vez no me olvidé de ningún papel para el trámite. Llegué al lugar en cuestión con la seguridad de que, considerando que es enero, no me demoraría más de media hora. Pero me dió como un malestar en el pecho cuando visualicé unos cinco autos delante del mío haciendo cola (qué irritante sentido toma, en este contexto, una palabra tan sensual como la palabra "cola"), entonces giré mi cabeza hacia el reloj (inevitable gesto de desesperanza) y automáticamente, en desesperada  búsqueda de contención para depositar mis puteadas y calmar mis ansiedades, llamé a mi vieja. Ella, como buena profesora de matemática, rápidamente me calmó con sus logísticas aplicadas: "Hija, pensá que son 10 minutos por auto, 10x5 son 50, no vas a estar más de una hora ahí, tranqui, leete algo, total tenés tiempo todavía". No book or magazine in my car, ni siquiera un maldito panfleto de publicidad de algún almacén o gomería de autos, nada. Y para colmo de males, desde que me arreglaron la batería del auto, y no encuentro el manual para reconfigurar el estéreo, mi auto no es más mi auto sin música. Esperé sin contar las horas, como dice Sabina y me tocó pagar. "Señorita, son $55,80", Ouchhh...en internet decía $28,30, menos mal que llevé por las dudas. Eso eso, siempre llevar el doble por las dudas, te puede pasar que te lo suben de un día para el otro y ni te enterás, o que andás por la Luna de Valencia y te perdiste las noticias. Pasé, prueba nº 1: "Buen día señorita" me dijo el pibe con una cara de podrido que no te puedo explicar, "Buen día, qué tal?" contesté yo sonriendo levemente, "Prenda las luces por favor", "Guiño derecho, izquierdo", "Muy bien, coloque marcha atrás", "Aprete los frenos", otra vez "Aprete los frenos!", repitió creyendo que yo no lo escuchaba, bueno es difícil escuchar con todo ese ruiderío de máquinas encendidas. "Pero este pibe no ve nada!!, dos veces apreté", dije en voz baja. Prueba nº2: aburrida. Prueba nº3: divertida al ver la cara pálida y desilusionada del joven inspector que me comentó, como quien no quiere la cosa, que estaba embolado porque se había nublado y no iba a poder tomar sol para salir a bailar a la noche: un Ricky Fort adentro del ITV!!!!. Saqué mi auto de ese pornográfico galpón que lo había violado a fuerza de manoseos y toqueteos y me bajé a recibir la aprobación, cual deportista que se sube al podio para recibir su premio. Ingresé al recinto (ahora pensaba con términos institucionales), tomé asiento, observé unos afiches con dibujos de animales y leí:


"El canguro lleva a su cría adelante, QUE ANIMAL!"


"El chita corre a más de 100 km. por hora, QUE ANIMAL!"


"El murciélago transita a ciegas por la oscuridad, QUE ANIMAL!"


"Paradela", gritó una voz. Me levanté y con paso firme fui a recibir mi ITV con seguridad, aprobado. "Señorita, no le funcionan las luces de freno, eso es una falta GRAVE", sentenció duramente, haciendo un círculo gigante sobre la palabra GRAVE, y continuó "por lo que tiene hasta el 18/03 del corriente para volver con su vehículo y las luces de freno del mismo arregladas; pasada la fecha no se le reconocerá el pago realizado, que tenga buen día".


Aunque la violenta palabra se me había incrustado en el pecho, así rojita como la escribí, y tenía malherido el ego y desinflada la confianza en mí misma y en todas las gestiones mecánicas de diversa índole que infructuosamente había llevado a cabo durante las dos semanas anteriores, me sonreí. Y pensé: "Tanto que decimos lo bien que nos vendría aprender de la sabia naturaleza, éstos del ITV me vienen a contaminar la teoría, subestimando las cualidades de supervivencia de los animales y, peor aún, comparándolos con la especie más animal de los animales"...Vivimos en una selva, eso está claro.

¿Te sueño o te pinto?

miércoles, 13 de enero de 2010
No logro discernir si es más placentero soñar un cuadro que pintarlo...

Serás ficción

martes, 12 de enero de 2010
Esta noche quiero soñar otra vez con vos. Así puedo, por un instante, como un fotógrafo, sacarte de la realidad y encontrarte nuevamente. Voy a conquistarte con ficciones. Voy a soñar con tu rescate, con esa noche en la que me salvaste de la locura y del desamor. Voy a soñar con tu mirada, con esos ojos que aún no se deciden qué color quieren ser. Con tu sonrisa dibujada, siempre a punto de convertirse en pura risa. Con ese aire de pibe simple que me desarma con simplicidades. Con todo lo que no supe de vos y con esas ganas de saber que me quedaron. Voy a soñar con los besos que no fueron, con las manos que no se tocaron, con el perfume que no derramé en tus sábanas, que me quedó lleno sobre mi repisa. A ver si al menos todo eso que no fue, me lo imagino en un sueño y lo convierto en ficción. Ya nos cruzaremos por ahí...

El Principio

lunes, 11 de enero de 2010
En un taller literario nos mostraron, a escondidas, una pintura a cada uno. La consigna era escribir lo que se había visto para luego adivinar la pintura sobre la que había escrito el compañero. Las pinturas hablan y también tienen mucho que decir, siempre hay, en sus pinceladas, una frase que se puede escribir. Es como una decodificación, siempre subjetiva, del objeto a través de los ojos del sujeto.
Si bien no soy amante de las pinturas y no tengo demasiada sensibilidad para ver en ellas más allá de lo que parecen decir, esas manos...algo me dijeron aquella vez.
ANTOLOGIA DE LAS MANOS
Se dibujan, se completan.
En el afán de alejarse no pueden evitar el accionar un roce...
Se pintan, se delinean.
Entre línea y línea, saben encontrarse.
No podrán separarse.
Se desdoblan, se entremezclan.
En su indefinida búsqueda hacen el intento de construirse entre las curvas.
Son ellas, esas que en sus variadas formas
se deslizan sobre la materia, transformándola,
rompiéndola y construyéndola.
Son esfímeras, son carnívoras.
Son audaces, son capaces.
Saben entrampar, saben entumecer.
Pueden titubear, pueden fraternizar.
Pero frente a sus diversas cualidades, a sus infinitas condiciones
se destaca esa primera, esa capaz de completar la materia:
Y es que en el lienzo de la vida, en su claroscuro, nadie mejor que ellas para matizar...
Año 2000

Lo difícil de empezar

Y tan difícil es que hace más de 30 minutos que estoy pensando en cómo empezar. Pero siempre se comienza de alguna manera, de hecho lo acabo de hacer.
Venía en el colectivo de regreso a casa y pensaba en cómo comenzar a decir ese algo que quiero decir, ese algo que no sé qué es ni cómo se dice, ni a quién decirlo, ni porqué decirlo. Y pensaba en cuántas veces quise decirlo sin saber la manera o el motivo. Ese mundanal adentro mío. Y la señora sentada que lleva una bolsa con algo adentro que se mueve, y qué le pasa a la gente que se ofusca porque desde la bolsa hay ruidos de gato, ¿qué culpa tiene el pobre gatito si no tuvo que pagar cospel?. Y el señor a mi lado que me respira en el cuello, cuyo cuerpo cansado por el tedio del día y de la rutina, vestido de traje y corbata, duplica los 38ºC de temperatura que azotaron a esta solitaria tarde de enero de la city cordobesa. ¿Y qué andarás haciendo ahora?. Y esos números del boleto, que si los sumo, juego a encontrar la inicial de tu nombre en el alfabeto para creer que estás pensando en mí. Y qué ganas de llegar a casa para tomarme unos mates y ver si en mi correo electrónico he recibido un mail de mi hermano que está en Perú. Y qué será del Principito que dibujamos con mis hermanitas? seguirá colgado en la pared de su cuarto?. Mi anillo, ese anillo redondo y verde que parece un mapa mundi físico, no político; ese anillo que dejé en la mesa y que no encuentro, creo que lo perdí. ¿Y cuántos eran los colores que tiene el arcoiris?. Y mi vieja, que más que de fierro está hecha de oro, que me banca mi mal humor al llegar a casa, o al irme o al quedarme, le mezquiné sonrisas últimamente, ella no se lo merece. Y qué dura he sido conmigo misma en estos días, sin saber perdonarme esos pequeños descontroles que tantas veces he deseado tener. Mis contradicciones. ¿Y qué habrá sido de ese sueño de viajar?. ¿O del cd del loco Sabina?. Y qué ganas de leer otra vez el Capítulo 7 en el que la Maga y Oliveira se funden en un beso sideral, que de tan bien descripto que está, se me activan los sentidos, y me parece que es un beso de color azul con matices de rojos, que suena a melodía desencadenada, sabe a manzana, huele a piel de mar, y siento que meto la mano en un tonel de uvas a punto de convertirse en vino. Miro mis uñas y recuerdo que tengo que limarlas. Mañana voy a salir a caminar bien tempranito. Pero con seguridad el trabajo que le hice a mi jefa estuvo bien hecho, aunque no me convenció el diálogo con ese cliente; no soy la que deseaba ni la que esperaba, estoy enojada conmigo misma, debería, debería ser....o hacer...o deber...o tener...Bahh ¿Y qué comeremos esta noche en casa?, está lindo para una ensaladita!. Y qué linda la sonrisa de ese hombre con la camisa celeste desabotonada que está amarrado del volante como si fuera un salvavidas en medio del océano, qué linda su sonrisa cuando le dije "Buenas tardes Sr. colectivero" y le entregué mi cospel. Y si sigo pensando en tonteras, me voy a olvidar de tocar el timbre para que el Sr. colectivero me abra la puerta en mi parada, pero cómo cuesta tocar el timbre con mi mano acalambrada. Cúanto revoltijo adentro mío, cúanto mar desconocido y sumergido. Diría mi sabio y viejo amigo: "Ese mar de fondo que hay en tu corazón". Hay un mar adentro de otro mar en la profundidad, hay un mar de ruidos silenciosos que mucho tiene que decir, que esconde un grito para el viento de la superficie que cree que el mar, por mostrarse apaciguado en su soledad, es un mar inexistente. Pero es, existe y mucho tiene que decir...