La Razón

viernes, 8 de julio de 2011
La hoja en blanco. Y ella que no puede, o no debe o no sé qué. Está enojada, y lo grita por todos lados. Siempre es consigo misma, pero esta vez parece que es con vos. No puede pensar, no puede hacer lo que tiene que hacer, se le congela el pensamiento, y pasa de la emoción a la decepción, de la tristeza a la alegría en apenas un par de horas. Le dan ganas de hacer pero le parece que siempre es mejor no hacer, ya la pasó a ésta. No quiere otra más, pero tampoco quiere volverse de acero, impermeable, inalcanzable…no quiere eso. Le gusta sentir, se anima a sentir. Y se pone a prueba, se transforma en lo que querés que sea, y funciona…hasta ahí. Siempre es hasta ahí, lo que es…no puede dejar de ser. Está a punto de volverse.

Quiere leerte el capítulo 7 en el oído, quiere rayarte la espalda con sus dedos…y no la dejás. Vuelve a ser una isla, en medio de la insularidad…la otredad le resulta ajena, es un mundo adentro de otro mundo, un mar en la profundidad del océano. Y no te animás. Pero si, pero no. Cuando te vio, se enamoró, y desde entonces la canción no deja de sonar. Se emborracha para no pensar. Tus manos, la sonrisa, lo que hay que no se ve, pero que está semioculto, atrás de la persiana americana. Todo se vuelve irreversible, irrefutable, inalterable, ineludible, insuperable, insostenible. Y yo…que no se, ya no se más. Lo sabía y ahora ya no lo se. Le trato de explicar lo que debe hacer, la trato de dirigir a fuerza de estratagemas; le explico que 1 + 1 = 2 y que no hay nada más absoluto, y no hay caso…no sabe de matemáticas, no me sigue. Es que en el centro de su izquierda, el bombeador, me declara la guerra, me dispara a quemarropa con grandes dosis de sangre, y no me deja susurrarle la táctica, la receta infalible. La veo desvanecerse, hay un par de músculos que se vuelven de gelatina y le quitan contundencia, solidez. Es que te pusiste a su lado y ella está a punto de desvanecerse. Yo me doy cuenta, empieza a temblar y la estupidez se aprovecha de ella; la ayudo a racionalizar y el bombeador me diluye las palabras, siento como que le hablo adentro del agua, censurada por el fluido, y entonces no me escucha. Me veo a mí misma casi drogada, empiezo a mandibulear, ese maldito corazón!. Ya está…no hay caso, no puedo neutralizarlo, ella no quiere pensar, solamente quiere sentir. Sentirte meterte adentro de ella, despacito, como venís haciendo…pero a paso firme, con tu corazón. No la dejes, dale la mano y salgan a caminar. Haceme caso, no tiene lógica lo SE, tanto lo SE...pero haceme caso...dale la mano. No la dejes. Yo ya me perdí...