Día 82 - Playa del Carmen - EL VIAJE

martes, 18 de mayo de 2010
Trampa de por medio, prefiero el verbo viajar en función de su acción denotada, el movimiento, el dinamismo, la afluencia, el fluir. Viajar es la movilización de la energía interna, externa o ambas. Y en este sentido se puede viajar de mil maneras, hasta sucederse viajes imposibles e irreales, como aquellos que no han sido vividos sino a través de la lente, que se reproducen en una pantalla al regresar a casa, o la asistencia, hoy muchas veces involutiva y engañosa, a un show montado. Viajar es pedir prestado un poquito de mundo para ponérselo encima, es comérselo de a trocitos, masticarlo, alimentarse de él.

Hay viajes que nacen y viven en la idea, esos son viajes platónicos como nos gusta llamarle a todo lo idealista. Hay otros viajes que viven en los hechos, más cercanos a la realidad común o a lo que comúnmente llamamos realidad. Los libros de viajeros nos hablan de viajes de placer, de ocio, de trabajo, de huida, de exilio, de obligación y de propia voluntad. Las guías de viajes nos aportan consejos útiles para viajar, mapas, rutas, indicaciones, recomendaciones. Las bitácoras de viaje nos relatan historias sorprendentes de viajeros aventurados y nos legan experiencias turísticas inolvidables, que involucran la emocionalidad del autor para transmitir sensaciones solamente comprobables estando en la piel del viajero.

Estar en otro lugar, lejos de casa…irse. Viajar es irse para volver, es cambiar de posición, es abrirse, es dejar entrar, es comprender, es sensibilizarse al altruismo, a la empatía, a la identidad del otro y a la propia de uno. Viajar es moverse todo por dentro estando en movimiento o simplemente quieto, en un mismo lugar, lejos o cerca; es saber encontrarse en todos lados y a toda hora, es estar con uno mismo en compañía de uno mismo ante todo y en compañía de los demás por elección, es sentirse propio, nunca ajeno sino más bien invitado como hijo de la tierra, conectado al mundo, a la naturaleza, a la gente, al otro, sintiendo su vibración a cada instante. Viajar es la movilización interna de la energía. Viajo cuando cambio de posición, cuando soy permeable al altruismo, acepto al otro, lo respeto, lo dejo ser, lo respiro, lo incorporo, me lo meto adentro para hacerlo parte de mi identidad, para dejarlo en mí, cuando soy un individuo en medio de la otredad, de la pluralidad. Viajar es cambiar, es leer, es introspección constante, es autocomprensión y aceptación de lo que soy, es dejar fluir sin espacio ni tiempo, todo el mundanal adentro mío.